Apenas nuestro beato hubo recibido del Señor esta nueva inspiración, cuando sin reparar en inconvenientes, fué al momento á descubrirla á su confesor, que era el guardián de los padres menores observantes de San Francisco de Méjico... le dijo el guardián: Este asunto pide mucho tiempo para resolverse; pero ya que vos no quereis sufrir más dilación, os diré lo que me parece que podeis ejecutar y que será agradable al Señor: distribuid todos vuestros bienes á los pobres, dando una parte de ellos á las monjas de santa Clara, que están fundando un monasterio y están bastante necesitadas. Todo esto, respondió Sebastian lo cumpliré al momento; pero decidme lo que debo hacer de mi persona. A esto replicó el confesor: Pues deseais ser religioso, por ahora vestid el hábito de terciario de mi órden, y de este modo podréis hacer algun servicio á las monjas de santa Clara; y si Dios os quiere en otro estado, él os descubrirá los caminos que os conduzcan á la consecucion de vuestra eterna salvación. Agradó mucho este consejo á nuestro Sebastián, el cual vistió inmediatamente el hábito de san Francisco en calidad de oblato o terciario, siendo ya casi de setenta años de edad...
Dos años pasó Sebastián sirviendo á aquel monasterio en calidad de oblato terciario; pasados los cuales, deseoso de seguir la divina inspiración que le llamaba al estado de religioso profeso, suplicó con mucha humildad y fervorosas instancias á los superiores le admitiesen al noviciado... admitiéndole al noviciado en el convento de San Francisco de Méjico, a 9 de junio de 1573, que era el setenta y uno de su edad.
La leyenda de oro, vidas de todos los santos que venera la iglesia, cuarta edición, tomo primero, Barcelona, Sociedad Editorial La Maravilla, M DCCC LXV, pp. 390-391.