... y en el mismo puerto de San Lúcar se embarcó en un navío que se dirigía á las Indias occidentales, á donde llegó después de una feliz navegacion, en el año de 1533, que era el undécimo desde que la corona de España habia conquistado el reino de Méjico. Desembarcó Sebastián en el puerto de Veracruz, y no hallando aquí comodidad para vivir, pasó á la ciudad de la Puebla de los Angeles, nuevamente fundada por los españoles, y en un lugar cercano á ella se aplicó á la labranza de los campos, que era la ocupacion en que se había criado. Estaban entónces muy incultos aquellos países, y aunque las selvas abundaban en toros bravos é indómitos, nadie se servía de ellos para la labranza, no sabiendo cómo domarlos y hacerlos aptos para este servicio. Sebastián fue el primero que se dedicó a amansar a aquellos animales, y le salió tan bien la empresa, que dentro de poco se sirvió de ellos para el cultivo de sus campos... Considerando un día sobre lo que podia hacer en beneficio comun, le vino al pensamiento cuán difíciles y costosos eran los trasportes de las mercaderías desde los puertos marítimos... pensó que sus bueyes podrían servir á este efecto, fabricándose unos carros semejantes á los que había visto usar en España.
Puesto el siervo de Dios en este empleo, se aplicó con la mayor eficacia á hacer cómodo y fácil el trasporte sobredicho; el cual, por la distancia del lugar y por los montes, pantanos y bosques que debían pasarse era dificultosísimo. A este efecto descubrió otro camino más breve y facil para la conduccion de sus carros; y abrió bien presto una carretera bastante cómoda, no sólo desde Méjico hasta Zacateca, sino también de aquí a la Puebla de los Angeles, con lo que descubrió el ingenio y la capacidad que Dios le había dado para estos asuntos.
La leyenda de oro, vidas de todos los santos que venera la iglesia, cuarta edición, tomo primero, Barcelona, Sociedad Editorial La Maravilla, M DCCC LXV, pp. 387-388.