Día 2 de febrero, 4/5.

La Purificación de la Vírgen María, nuestra Señora, vulgarmente llamada la Candelaria, y la Presentación de su precioso Hijo en el templo.

"... en este tiempo había en Jerusalem un hombre que se llamaba Simeon, y que este hombre era justo y temeroso de Dios... y que había tenido revelación del mismo Espíritu Santo, que no moriría sin ver primero al Mesías y Cristo del Señor; y que vino por instinto del divino Espíritu al templo, para que viese al Redentor del mundo, y se le cumpliesen sus deseos, y la palabra que Dios le había dado.

... y llegándose con increible humildad y gozo, se postró y adoró al Niño, y suplicó á la Madre que se le dejase tomar en sus brazos, y teniéndole en ellos cantó como cisne divino aquel cántico tan celebrado:

Ahora, Señor, dejas á tu siervo en paz, segun la promesa de tu palabra; porque ya han visto mis ojos tu Salud, la cual aparejaste ante la cara de todos los pueblos para la luz de las gentes y gloria de Israel. Cumplido habeis, Señor, vuestra palabra; ya he visto lo que me prometisteis; ya es tiempo que me saqueis de la penosa cárcel de este cuerpo, y me libreis de la congojosa y peligrosa guerra de esta vida, y recojais mi espíritu en paz, pues he visto la verdadera paz y el Pacificador del mundo. He visto al Salvador, que ha de dar salud y vida alumbrando á los gentiles que están en la sombra de la muerte, y glorificando á vuestro pueblo, que ahora está abatido y oprimido. Ya no tengo más que ver, ya no tengo más que desear ni que esperar, sino cerrar mis ojos, pues han visto la luz del cielo; ya no temeré la muerte, pues he tenido en mis brazos la vida."

La Leyenda de Oro, vidas de todos los santos que venera la iglesia. Sociedad Editorial La Maravilla, Paris, m dccc lxv, p. 295.