Particularmente hemos de acompañar á la Vírgen en sus penas con la consideración y meditación de ellas, ponderando lo mucho que padeció en la pasion de su Hijo, agradeciéndola que quisiese padecer tanto por nuestro amor, y porque nosotros fuésemos redimidos, y compadeciéndonos de sus dolores, que son los fines porque se ha instituido esta fiesta.
La leyenda de oro, vidas de todos los santos que venera la iglesia, cuarta edición, tomo primero, Barcelona, Sociedad Editorial La Maravilla, M DCCC LXV, 538.