Volvió el religioso á Francia, comunicó lo que habia oido del santo ermitaño con Odilon, abad, y con toda aquella bendita congregación que él tenia á su cargo; y él dió órden que en todos sus monasterios á los 2 de noviembre, un dia despues de la festividad de Todos los santos, se hiciese particular conmemoracíon de los difuntos, y que con oraciones, limosnas y misas se tuviese especial cuidado de socorrerlos y ayudarlos. Y lo que san Odilon instituyó en sus conventos despues fue recibido y establecido con la autoridad apostólica en toda la Iglesia universal.
La leyenda de oro, vidas de todos los santos que venera la iglesia. 4a. edición, tomo III, Paris, mdccclxvi, p.339.