El escapulario de la Virgen del Carmen.

(San Simón)... recurría continuamente  á la Virgen Santísima, pidiéndole que, pues los carmelitas eran sus hijos y les había concedido su nombre y título de hermanos suyos, les diese juntamente alguna señal ó prenda en que declarase que era verdadera madre suya... Obligada de estos ruegos cariñosos se le apareció al reir del alba la del cielo, acompañada de innumerables ángeles y luces, que hicieron cielo su celda. Venía sobremanera graciosa con el hábito del Carmen, el cabello tendido y una corona imperial en su cabeza. Traía en sus manos el santísimo escapulario, y llegándose al santo se le dió y puso, diciéndole estas palabras: Muy amado hijo, recibe el escapulario de tu órden, que es señal de mi hermandad y privilegio singular para tí y todos los carmelitas. El que muriere con él, no padecerá el fuego eterno. Es señal de salud en los peligros, confederación de paz y pacto sempiterno... No satisfecha la Virgen Madre con haber honrado á sus religiosos con el precioso título de hijos y hermanos suyos, y haberles dado en la insignia del santo escapulario seguros de su patrocinio, en vida y muerte, añadió otro privilegio singular para cuando saliesen de esta vida, que es el del sábado, en el cual concedió que mediante sus continuas intercesiones y sufragios les ayudaría para que saliesen del purgatorio cuanto ántes, especialmente el sábado inmediato á su muerte...

La Leyenda de Oro, Vidas de todos los santos que venera la iglesia. Tomo seguno, 4a. edición, Barcelona, Sociedad Editorial La Maravilla, MDCCCLXV, p. 398.