... pero como nunca faltan las lenguas de doble filo que comunicaron al marido las furtivas visitas de la mujer al lugar, inventaron varias historias de infidelidad que lograron calar el alma del marido, quien lleno de rabia comenzó a calcinar su confianza en el ardiente calor de los celos, el amor se convirtió en coraje... ciego de rabia con las venas inflamadas por el coraje, acudió a esperar a su mujer cerca del penal para cerciorarse si era cierto lo que le habían contado. Apenas había dado vuelta a la esquina su mujer con la canasta en el brazo, cuando puñal en mano se acercó a su esposa y le preguntó encolerizado; ¿qué llevas en esa canasta? la mujer sorprendida y llena de miedo sólo alcanzó a encomendarse al Señor del Rayo que se encontraba en la iglesia frente al penal de San Juan de Dios; logró que la mirada piadosa del Señor se posara en ella y por su garganta salió la respuesta venida de Cristo contestando: -Llevo maravillas para el señor, y antes de descargar el golpe mortal en el pecho de la mujer, indignado arrebató la servilleta que cubría el contenido de la canasta y cual fue la sorpresa del hombre al ver que en realidad la canasta estaba llena de unas flores amarillas conocidas como maravillas... juntos entraron a la iglesia para ofrecer las maravillas al Señor y de rodillas extasiada ante el Cristo del Rayo... la esposa le confesó la verdad... cuando fueron a buscar al hombre a la prisión para entender las razón de las actitudes compasivas de la mujer, no lo hallaron, por más que preguntaron por él y por más que dieron el santo y seña de aquel hombre nadie supo de su existencia, por lo que la pareja llegó a la conclusión que era el mismo Cristo quien puso a prueba el amor y la fidelidad de la pareja...
Milagrería en Puebla. Donato Cordero Vázquez. 1a edición 2007, p. 6.