San Ramón Nonat, ó Nonacido, confesor 2/2.


Irritado de nuevo el bajá contra el santo porque desobedecia á sus mandatos, mandó que le llevasen desnudo por la calles de la ciudad para mayor afrenta y vergüenza, y le azotasen delante de todo el pueblo, y en la plaza mayor le barrenasen los labios con hierros encendidos, y pusiesen en su boca un candado de acero para que no pudiese hablar de la ley de Cristo. Todo se ejecutó como el bárbaro lo había mandado, guardando él mismo la llave; pero en vano cerraron la boca del predicador de Cristo, porque cuando no podía predicar con la voz predicaba con la paciencia, y la sangre que corría de sus labios era más eficaz para persuadir la fe que las palabras de su boca, y con ella se animaban los cristianos cautivos y los nuevamente convertidos á ser constantes en la confesión de Cristo. Mandó el bajá que le encerrasen ó sepultasen, cargado de cadenas, en una oscura mazmorra y san Ramon entró en ella como si entrara en el paraíso...

La Leyenda de Oro, vidas de todos los santos que venera la iglesia, Tomo Segundo, Cuarta Edición, Sociedad Editorial La Maravilla, París, MDCCCLXV, p. 701.